Mi hijo tiene casi dos años. Siempre hemos tenido una rutina sólida antes de dormir, y nos aseguramos de relajarlo antes de acostarse. Últimamente, sin embargo, no quiere ir a dormir.
Sigue la rutina de acostarse bien y sin objeciones, pero en el momento en que salimos de la habitación comienza a llorar hasta que volvemos. No quiere salir a jugar, pero actúa como si no estuviera cansado, aunque podemos decir que sí.
Una cosa que parece funcionar (no siempre) es quedarse con él, pero no queremos alentarlo porque necesitamos esas últimas horas del día para nosotros. Si dejamos que nos dirija, lleva más de una hora.
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