Siendo realistas, no puedes. Tu hijo tiene cuatro años. Un niño de cuatro años no tiene el desarrollo del cerebro para la resolución de conflictos que implica el uso de fuerza física cuidadosamente aplicada.
Su hijo no necesita aprender a defenderse físicamente a esta edad ni a disuadir físicamente a los agresores. Necesita aprender que puede confiar en los adultos encargados de su cuidado para intervenir en su nombre cuando las situaciones están más allá de su capacidad de manejo.
Estás en las inmediaciones, observando estas situaciones. Cuando vea que sucede, debería proteger a su hijo. No tienes forma de saber hasta dónde se intensificará. Empujar o golpear ligeramente puede ser normal para los niños pequeños, pero la agresión puede ser impredecible. Es su responsabilidad interceder y evitar que su hijo reciba o cause daños físicos.
Después de revisar a su hijo para asegurarse de que está bien, física y emocionalmente, debe explicarle que lo que hizo el otro niño no estuvo bien. Si ningún adulto les dice nada a los niños mientras suceden estas cosas, entonces asumirá que ser empujado o empujar a las personas es el status quo. En cambio, necesita aprender que es un comportamiento aberrante e inaceptable que no será tolerado, incluso si no puede defenderse.
También puede dirigirse al otro niño directamente. Puedes decirles que no está bien golpear a las personas, oa tu hijo. Esto debe decirse de una manera tranquila y serena sin ningún indicio de hostilidad. Nada más necesita ser dicho. El niño obtendrá la imagen.
Al acercarse realmente a su hijo, puede indicarle al otro niño, o a sus padres, que lo que sucedió no estuvo bien. El otro padre puede estar mortificado y resolver la situación al dirigirse directamente a su hijo, lo que podría conducir a una resolución más beneficiosa: el niño agresivo es disciplinado por su mal comportamiento.
Puede encontrarse con padres que se ponen a la defensiva u hostiles si se acerca a su hijo. Por lo general, un comportamiento tranquilo y pacífico suaviza las cosas. Es difícil para una persona hostil o argumentativa parecer que está en lo correcto, incluso para sí misma, cuando la otra persona se mantiene completamente sensata y razonable.
Intentar enseñarle a tu hijo a manejarlo físicamente no es la solución, como has visto. En su ejemplo, su hijo se convirtió en el agresor. Él podría haber lastimado al otro niño, dejándote a ti (y a tu hijo) legalmente responsables por cualquier daño. La situación podría haber sido al revés: el otro chico podría haber sido más experto en pelear y haber tomado la represalia de su hijo como una razón para escalar. Es posible que su hijo haya pasado de recibir simples contusiones emocionales a ser víctima de una paliza.
Si desea que su hijo aprenda a manejar estas situaciones con respuestas físicas, esa es su prerrogativa. Sin embargo, le insto a que espere unos años antes de poner esa carga sobre él. En este momento necesita reforzar su confianza y ver ejemplos de resolución de conflictos positiva, efectiva y no violenta.