Un sensor húmedo no medirá la misma temperatura que un sensor seco debido a la evaporación del agua de su superficie y con el calor latente requerido suministrado por el sensor, es decir, la evaporación del agua disminuye la temperatura medida. Este enfriamiento por evaporación de una superficie ventilada humedecida con agua (o cubierta de hielo) depende además de la velocidad del viento, lo que introduce otro margen de error en la medición de temperatura.
Además, cuando una gota de lluvia cae sobre el sensor, su temperatura puede ser muy diferente de la temperatura del aire. Hasta que se seque, la medida no tiene sentido.
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Además, las carcasas de los sensores pueden ofrecer diferentes niveles de protección contra las influencias ambientales, es decir, de acuerdo con el código IP contra el goteo o la pulverización de agua, o la inmersión en agua. Los niveles más bajos de protección de la carcasa pueden no resistir el ingreso nocivo de agua y, por lo tanto, provocar un sensor dañado a largo plazo. Esto parece extraño, ya que uno esperaría que un sensor exterior esté protegido contra los elementos, pero la presión de los costos podría llevar a los fabricantes por ese camino.