Primero, son los ingredientes. Por ejemplo, las galletas de mantequilla no tienen líquido, mientras que otros tipos tienen líquido. Esto los hace bastante diferentes. Además, puede haber ingredientes a los que no prestó mucha atención (por ejemplo, mono y diglicéridos, que podrían haber estado presentes al final solo como un número E), pero aún así pueden cambiar mucho la sensación en la boca.
Lo segundo es la proporción de los ingredientes. Los mismos ingredientes en una proporción diferente funcionarán para darle una textura diferente.
Lo tercero es el proceso. Dependiendo del orden de combinación de los ingredientes y la cantidad de mezcla, y si los enfrías (y cuándo y por cuánto tiempo) terminas con texturas completamente diferentes de los mismos ingredientes. Es como comenzar con carbono y terminar con grafito, grafeno o diamantes, dependiendo de cómo lo haga.
Lo cuarto es el proceso de horneado. Puede cambiar la temperatura y el tiempo para lograr diferentes resultados finales.
Me doy cuenta de que esta lista es muy, muy general. Pero enumerar todos los resultados posibles que se pueden lograr en cada paso haría de este un pequeño libro. Cada uno de los cuatro pasos le brinda una gran cantidad de parámetros para cambiar, lo que también cambia el resultado final.